miércoles, 17 de septiembre de 2014

DEJA DE EXISTIR EL DEPORTE COLEGIAL


Por José Domingo Pitta

En junio de 1980 le preguntamos a la «temida» profesora de educación física Amalia Pradilla, entonces docente del Colegio Nuestra Señora del Pilar, potencia en el deporte intercolegiado de la ciudad de Bucaramanga, el porqué de la ausencia de las barras en las graderías de los escenarios cuando las estudiantes de dicho plantel saltaban a la cancha a salvar su honor y a defender su prestigio como las mejores en todas las disciplinas.

Vaya respuesta de la profe Amalia: «Mijo, ahora los niños están dedicados a la televisión, y prefieren quedarse en casa que salir a acompañar a los equipos de su colegio».

¿Entienden, amables lectores, la respuesta? La televisión, hace 34 años, los tenía atados en sus hogares, no salían como en las décadas de los 60 y de los 70 a animar esas gruesas barras que hacían de los juegos intercolegiados unas competencias que generaban una sana rivalidad estudiantil y que hicieron de ese evento todo un acontecimiento olímpico en cada ciudad del país.

Ríanse ahora. Si antes los ataba la televisión, qué decir hoy en día. Solamente están en los escenarios los jugadores. ¡Qué cuento de barras!

Los Atary, Play Station, Poli Station, Nintendo y otros, que vinieron a aparecer en la década de los 90, redujeron el interés de los estudiantes de las barras por ir a animar a sus compañeros de colegio.

Pero peor aún: la Internet, los Iphone, los Ipad, los Mp3, los Ipod y, en fin, todos esos jugueticos tecnológicos ahí sí que acabaron no solamente con las barras, sino con los propios estudiantes de buen perfil para las duras competencias.

Esa «rivalidad» entre colegios les vale un pito a los jóvenes, quienes no quieren saber nada de actividad deportiva, porque sus «ocupaciones tecnológicas» les impide estar pensando en canchas y en balones. Es tan pobre el interés de los estudiantes en estos momentos del naciente siglo XXI que, prácticamente, Coldeportes Arauca se está viendo obligado a realizar competencias en disciplinas como el baloncesto y el balonvolea (voleibol), porque el número de equipos es precario.

«Yo no sé cómo hacer para mantener los equipos, porque tengo que rogarles a las niñas para que vengan a entrenar; a duras penas logro conformar el equipo con ocho o nueve estudiantes», nos comentó una vez Guillermo Jaimes, docente de educación física de la Normal María Inmaculada.

A lo anterior les sumamos la decisión del 95 % de los docentes de educación física, quienes, con razón o sin ella, afirman que ellos no son entrenadores y que cumplen con lo que les corresponde en el pensum académico.

Eso es cierto, pero, ¿la pertenencia, el amor por su colegio y por su Municipio? ¿Será que esos sentimientos tienen un costo adicional al momento de defender el honor deportivo de un colegio?

Si es así, resignémonos a aceptar que si no le echamos la moneda a la rocola con toda seguridad que la música no sonará.

¡Ay, Llano, cuando el Llano era llano!

Todo eso viene a colación porque recientemente en Tame, durante las finales departamentales de los ‘Supérate Intercolegiados 2014’, nuestros colegios araucanos no vieron una, y fueron  arrollados por sarareños y piedemontanos. Así es, los jóvenes de Saravena, Tame y Arauquita nos volvieron «trizas» en deportes, área donde antes fuimos «amos y señores» imponiendo respeto como los dueños de las medallas doradas, preseas que en la primera semana de septiembre tuvimos que ver, pasando saliva,  cómo las lucían los discentes campeones de esos tres municipios.

«Qué importa que ellos hayan ganado, lo importante es que así podemos tranquilamente invertirle el tiempo suficiente a los jugueticos bien sea en casa o en las salas de Internet, donde hay infinidad de juegos que alimentan nuestra afición por el deporte», diría algún estudiante con audífonos, concentrado frente a la pantalla del computador.

¿Acaso en un salón de Internet, dotado de todos los juguetes, no se puede jugar un partidazo de fútbol haciendo parte de los mejores clubes del mundo, correr un Gran Premio de Fórmula Uno, un Indy Car, probar con el tiro al blanco e infinitas posibilidades más sin tener que salir a que le partan la vida en una cancha de baloncesto, micro o fútbol?

¿Qué le importa a un rector que esté o no conformado el equipo de unidad? Lo importante es que haya esa paz y esa tranquilidad en su unidad educativa, y que nadie «venga a joder por aquí».

Al padre de familia le interesa que el menor salga con buenas notas, saque su bachillerato y pase a la universidad. El deporte es lo de menos, mientras los profes de educación física vivan bien, los rectores disfruten la felicidad y los padres de familia vean a los «chamos» triunfar; sí, triunfar, pero con el cartón de bachiller en la mano.

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