miércoles, 17 de septiembre de 2014

ESCENARIOS DE GUERRA ¿POR QUÉ ARAUCA?

Por Orlando Hernández

La posición geoestratégica del departamento de Arauca, sumada a sus grandes riquezas, derivadas de la presencia de grandes yacimientos petroleros en explotación por más de tres décadas y la existencia de zonas aún sin explorar, han convertido a Arauca en escenario de conflicto por más de treinta años; si a eso le agregamos que tanto las Administraciones municipales como departamentales no han estado a la altura ni han sabido interpretar los intereses de las mayorías para dar solución a las necesidades básicas, con los ingentes recursos generados por las regalías petroleras, sin dejar atrás a los Gobiernos nacionales, encontramos que el abandono a que han sido sometidos sus habitantes y la rapiña de sus recursos por parte de los Gobiernos de turno, han dejado el plato servido como caldo de cultivo para que grupos armados ilegales traten de ganarse la simpatía de las diferentes poblaciones al llegar  con diferentes alternativas y propuestas en cuanto a solución de necesidades básicas insatisfechas; «reformas agrarias» hechas a la medida de sus intereses; y,  además, han resuelto a su manera problemas de tenencia de la tierra y redistribución de los ingresos, convirtiéndolos en dependientes del negocio del narcotráfico en las primeras etapas de su cadena logística como cultivadores y proveedores de la hoja de coca. Al hacerlo de esa manera, los grupos ilegales también logran que muchos campesinos dependan, económicamente, del negocio. Y,  respaldados por su poder armamentístico y su capacidad de daño, y de materializar las amenazas que con frecuencia profieren, tienen además el poder de parar en un momento dado la capacidad productiva del departamento al organizar  «paros armados», atentados contra la infraestructura petrolera, contra la red vial, los medios de transporte o las torres de conducción eléctrica.

Corrían los años 80 del siglo pasado cuando en el país se comenzó a saber de la fuerte presencia de las guerrillas del ELN en Arauca, a raíz de la construcción del oleoducto Caño Limón Coveñas, la compañía encargada de su construcción se constituyó en la tabla de salvación para ese grupo, que estaba casi diezmado y el cual se reconfortó económicamente con los dineros provenientes de las extorsiones tramitadas a través del tristemente célebre ciudadano alemán Werner Mauss; fue a partir de ese hito histórico que el ELN tomó su segundo aire, y encontró en las rentas petroleras el mejor aliciente para mantener «saludablemente» sus finanzas con base  en las amenazas extorsivas proferidas, tanto a las empresas petroleras como a sus contratistas y a los Gobiernos locales de los municipios que reciben regalías.

Con el correr de los años, otro de los grupos que participan del conflicto, las FARC, también se percató  de la importancia estratégica, tanto de los recursos petroleros como de su valor fundamental para fortalecer sus finanzas, amén del sustento político que representa la bandera de la defensa de ese sector importante para la economía nacional frente al «saqueo imperialista». Durante años ocurrió una disputa territorial entre las FARC y el ELN, la cual convirtió a Arauca en el escenario de otra guerra, aquella que se libró durante un largo período entre los frentes 10 y 28 del primer grupo y el «Domingo Laín», del segundo. Con el paso de los años, después de cruentos combates y de varias treguas, se llegó al «armisticio». Hoy por hoy cada quien trabaja la porción de territorio que le corresponde, se respaldan en acciones terroristas y actúan conjuntamente en la búsqueda de sus objetivos estratégicos; logran de esa manera mayor fortaleza y capacidades ampliadas al aunar esfuerzos y actuar de manera coordinada.

Aumentaron en número los atentados contra la infraestructura vial, petrolera, energética y de transportes y, además, causan  mayor impacto ambiental; esta vez ocasionados indistintamente por los diferentes grupos guerrilleros que hacen presencia en el departamento de Arauca, no solo con el ánimo de generar terror, sino también para intimidar a las empresas que desarrollan sus actividades productivas en el departamento, a fin de minar su voluntad para que cedan al pago de sumas extorsivas, y para presionar  al Gobierno en la mesa de conversaciones mostrando que aún cuentan con capacidad de daño.

En la medida en que los grupos armados logren retardar y minimizar la extracción de los recursos no renovables, como el petróleo, consideran que esos recursos que hoy se dejen de extraer les corresponderá como renta directa una vez obtengan el logro de su principal objetivo, como  es la toma del poder, esta vez mediante la votación popular, pero sin abandonar «la combinación del uso de todas las formas de lucha». Es por ello que el departamento de Arauca es y seguirá siendo un bastión importante para las guerrillas, tanto si se llega a un acuerdo con el Gobierno que conduzca a la firma de un tratado de paz, como si por algún motivo los diálogos se rompen, situación  en la cual todo el avance logrado durante la fase de diálogos, les permitirá a las FARC contar con varios territorios consolidados sobre los cuales podrían obtener reconocimiento como estado por parte de las Naciones «amigas», quienes, frente a la posible eventualidad de un rompimiento de diálogos, no tendrían rechazo de la comunidad de Naciones debido a que estarían dando cumplimiento al Derecho Internacional al reconocer como contraparte y como estado legalmente constituido a aquella «Nueva Colombia», que hoy es reconocida por el Estado colombiano como «alta parte contratante», cuenta con estatus de beligerancia y tiene control territorial en varias zonas del país, es decir, cuenta con territorio, población y un mando unificado, requisitos que cumple a cabalidad de acuerdo con el Derecho Internacional para ser reconocidos como Estado.


El interés no solamente es sobre el departamento de Arauca. Las regiones que cuentan con recursos petroleros y con grandes yacimientos están también en la mira; es por ello que vemos cómo aquellas zonas donde antes no se conocía de la presencia de grupos ilegales, hoy cuentan con la influencia de reductos de las FARC y del ELN, que no solo hacen presencia, sino que también acuden a las tradicionales tácticas terroristas en las zonas con intereses petroleros en los departamentos de Meta, Casanare y Boyacá.

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